Unas palmaditas

        El pasado colonial de México sigue dando forma a muchas actitudes del presente. No es raro escuchar comentarios de los líderes de opinión que México es un país en el que prevalecen prácticas barbáricas y que no se caracteriza por contar con las instituciones que sí tienen los países del primer mundo.

Hoy 6 de noviembre de 2020 Estados Unidos se encuentra en una situación delicada. Probablemente la situación interna más volátil desde los tiempos del movimiento por los derechos civiles y la Guerra de Vietnam. El todavía presidente norteamericano, Donald Trump señaló ayer que el partido demócrata hizo fraude en las elecciones del martes 4.

Las acusaciones de fraude son particularmente graves por dos razones: la primera es porque los conteos de votos todavía no terminan en los estados de Nevada, Arizona, Georgia, Pensilvania, Carolina del Norte y Alaska. En todas esas entidades, el candidato demócrata, Joe Biden se mantuvo detrás de Trump hasta que comenzaron a contabilizarse los votos emitidos a través del sistema postal norteamericano, para tomar la delantera en todos ellos menos Alaska y Carolina del Norte.

La segunda razón particularmente es particularmente delicada porque durante este año en todo el país hubieron protestas (muchas violentas) con motivos raciales. Sin embargo, las protestas produjeron que los sectores más conservadores y afines a Trump también salieran a las calles a intimidar a la población negra que se manifestó durante todo el año. Ese sector se encuentra en estos momentos manifestándose en muchas ciudades norteamericanas y confrontando físicamente a los seguidores de Joe Biden.

No es un secreto para nadie: Estados Unidos es en este momento una bomba de relojería que puede  generar un estallido social en cualquier momento y que además se ve amenazada por un sistema electoral lento y poco representativo que no está siendo capaz de generar certeza en un momento tan complicado.

Frente a Estados Unidos se encuentra un México con un sistema electoral que poco a poco se prueba cada vez más robusto. Tenemos una herramienta que nos ha dado certeza y avances informativos durante ya varias elecciones: el Sistema de Resultados Preliminares o (PREP) de un Instituto Nacional Electoral que coordina la logística de las elecciones que además son operadas por ciudadanas y ciudadanos de todas las localidades del país.

Es un buen momento para felicitarnos por el trabajo institucional que se ha realizado para consolidar al INE como un organismo independiente (a pesar de los obstáculos que han puesto muchos actores políticos) y que pudo garantizar la llegada a la presidencia de un candidato completamente antisistema en un país infestado de corrupción. Es verdad que en las elecciones de 2006 hay una sospecha de que hubo fraude y que Felipe Calderón forzó su llegada a la presidencia. Aún en ese caso, la crisis electoral de ese momento generó nuevas reformas electorales, así como el movimiento #YoSoy132 de  2012 cuando Enrique Peña Nieto buscó la presidencia haciendo uso de recursos públicos y complicidades del duopolio televisivo.

El día de hoy, México es gobernado por un partido que se fundó en 2011 y que obtuvo su registro como partido hasta 2014. Sin duda la llegada de Morena al poder fue un momento extremadamente disruptivo pero que fue posible en gran parte por el enorme trabajo que se ha hecho para contar con procesos electorales medianamente confiables, ciudadanos y fuera del alcance de actores que pueden intervenir en el proceso para favorecer ciertas candidaturas.

Con todo lo anterior vale la pena reconocer que México no ha logrado deshacerse de prácticas poco democráticas como la compra y la coacción de votos pero todas ellas son ajenas al árbitro electoral y son sujetas de investigación judicial. En pocas palabras: podemos no confiar en la integridad de los adversarios políticos, pero contamos con un árbitro que ha demostrado un creciente compromiso con la imparcialidad y la limpieza de los procesos.

Repito: vale la pena darnos unas palmaditas y reconocernos como una comunidad nacional con la capacidad de producir experiencias institucionales exitosas que ayudan a construir justicia y confianza en la vida pública. Con esa confianza en lo que somos debemos seguir con las instituciones que faltan por mejorar.



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